El
pasado viernes 4 de octubre, en el Salón Dorado de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires el Movimiento Comunero realizó el acto de
conmemoración del 8º aniversario de la sanción de la Ley Orgánica de
Comunas Nº 1777, bajo el título Las Comunas: Una realidad que construimos
entre todos.
El
salón estaba colmado de público entre los que se contaban vecinos, legisladores
y juntistas comunales. La primera sorpresa que se llevaron los asistentes fue
la escenografía, ya que el escenario mostraba en primerísimo plano una barrera frente a la mesa de los oradores
y de cara al público que exhibía orgullosamente quince pancartas, a razón de
una por cada Comuna recordando diferentes demandas que aún no han sido
cumplidas, exigiendo la plena vigencia de la Ley, descentralización efectiva, transferencia de
competencias y presupuesto, atención a los Consejos Comunales, etc. que
preanunciaba que no iba a ser un acto complaciente.
El evento contó con sólo dos oradores que sin rodeos pusieron en el
centro de la celebración la importancia de la participación y control ciudadano
en los actos de gobierno. Se hizo un repaso de la historia de las luchas
vecinales para lograr el dictado e implementación de la Ley, la situación
actual de su vigencia que aún está lejos de alcanzar sus objetivos y se
requirió al Poder Ejecutivo, al Legislativo y a los Juntistas Comunales para
que aporten los mecanismos necesarios que permitan acelerar los procesos para que
pueblo y gobierno resuelvan
mancomunadamente las necesidades de sus barrios, en beneficio del bien común.
En primer lugar hizo uso de la palabra la Sra. Alcira Fernández
describiendo la cultura de la democracia representativa y delegativa que los
argentinos tenemos “marcada a fuego” por manda de la Constitución Nacional
de que “El Pueblo no delibera ni gobierna
sino a través de sus representantes” concepto este que, se preocupó en
aclarar, era inevitable a mediados del siglo XIX en que los traslados eran a
caballo o en carruajes. Hoy, agregó, “la
geografía está a un click de distancia”.
En su alocución citó
también al Juez Víctor Trionfetti quien expresara que
las instituciones de la democracia
participativa permiten a los ciudadanos tomar parte directamente en la vida
política, “Es una soberanía popular proactiva y no sometida al
calendario electoral. Lo contrario es como si el soberano, entre elección y elección, debiese dormir una siesta
cívica”. Por último concluyó expresando que los funcionarios electos no
deben concebirse ni ser monopolizadores del ejercicio de la política excluyendo
a los miembros de la comunidad, porque “los ciudadanos ya no quieren caminar más
detrás de sus dirigentes: hoy quieren, y pueden, hacerlo al lado de ellos.”
A continuación hizo uso de la palabra el Sr. Carlos Wilkinson, un
referente histórico y testigo partícipe de las luchas ciudadanas desde la
crisis del 2001 hasta el presente.
Wilkinson hizo un pormenorizado relato de cómo los constituyentes de
la Ciudad de
Buenos Aires sancionaron una Constitución fundada en la democracia participativa
y teniendo como institución clave las Comunas, porque advertían la necesidad de
cerrar la brecha existente entre dirigentes políticos y ciudadanía. La dirigencia política, que no quería
descentralizar el poder, ya que de esto se trataban las Comunas, no avanzó nada
en su concreción. El 19 y 20 de diciembre de 2001 con la consigna popular “¡Qué
se vayan todos!” demostró el acierto de las previsiones constituyentes. Este
estado de conmoción impulsó a muchos ciudadanos a marchar hacia la Legislatura demandando
el dictado de la Ley de Comunas, lo que, apoyado por un amparo que
ordenó al Poder Legislativo el dictado de la Ley, se tradujo en un rico proceso participativo
en los 47 barrios porteños para definir el contenido de la Ley que fue
finalmente sancionada el 1º de setiembre de 2005.
Durante
los cinco años los vecinos formaron los Consejos Comunales Autoconvocados y
participaron en la Comisión Bipartita,
hasta que un nuevo amparo con un fallo del Tribunal Superior de Justicia ordenó
al Poder Ejecutivo llamar a elecciones para cubrir los cargos de Juntistas
Comunales.
Muchos vecinos de la
Ciudad que de distintas formas plantean mejoras para sus
barrios y se oponen a obras y proyectos inconsultos, asumiendo un notable
protagonismo, no han registrado todavía, por la sistemática desinformación
pública sobre las Comunas, el poder que les otorga esta nueva institución de la Democracia.
Carlos Wilkinson concluyó su discurso haciendo hincapié en que tanta
resistencia para que funcionen plenamente las Comunas, su Órgano de Gobierno
colegiado y los Consejos Consultivos Comunales, revela inequívocamente la
importancia y valor que contiene esta Institución en términos de transformar la
forma de pensar, sentir y actuar la política. Una transformación de la cultura
y del ejercicio de la política, donde representantes y representados, actúen
coordinada y complementariamente en función del bien común. Por último apeló a
las autoridades exigiendo tres requisitos básicos para el éxito del largo
camino iniciado por los constituyentes en 1996: la transferencia íntegra de
competencias exclusivas las Comunas, la
asignación de presupuestos propios a cada una de ellas y la asignación de los
recursos y la información de gestión necesarios para el funcionamiento de los
Consejos Comunales.
Finalmente
cerró el acto, tal y como correspondía a un festejo, la cantante Ely Yanel que
entonó tres temas: el conocido “Garganta con arena” de Cacho Castaña; “Que
tango hay que cantar” también de Castaña con música de Rubén Juárez y cerrando
el breve recital con la elocuencia de la letra de “Aprender a volar” de
Patricia Sosa, que provocó que el público se retirarse con los ecos de esos
versos que proponían “Duro es el camino y se que no es fácil,/ No se si habrá tiempo para
descansar./ En esta aventura de amor y coraje/ solo hay que cerrar los ojos y
echarse a volar.... canta por lo que vendrá/ no es tan difícil que aprendas a
volar”
MOVIMIENTO COMUNERO